Ellos son muertos vivientes (y tú también)
“La noche de los muertos vivientes” es quizás una de mis películas favoritas. No recuerdo otra película que me haya provocado aquella ambivalencia de emociones: por un lado me moría de ganas de verla y por otro le tenía pánico a los muertos vivientes. Recuerdo una tarde no muy lejana, cuando confundí a una turba iracunda de huelguistas con una horda de zombis.
Según wikipedia, las películas de zombis son un subgénero del cine de terror, muy a menudo relacionado con la serie B o de baja calidad, surgido en los años treinta como reflejo del folclore y las leyendas haitianas asociadas a la magia negra o al vudú. Lo cierto es que George A. Romero marcó la pauta de lo que serían las películas sobre muertos vivientes durante la segunda mitad del siglo pasado
La trama podría parecer que peca de sencilla. Johnnie y su hermana Barbara van a visitar la tumba de uno de sus padres, ubicada a unos 200 kilómetros de la ciudad. Johnnie entonces es atacado en el cementerio por un hombre pálido y con ojeras. Barbara huye y se refugia en una casa. Ahí encuentra a Ben, quien le explica que la personalidad violenta de los seres es provocada por un extraño fenómeno que actúa sobre los muertos.
El éxito de “La noche de los muertos vivientes” provocó que Romero se convierta en un director de culto. Lógicamente, la versión que yo vi fue el remake dirigido por Tom Savini estrenado en 1990 y, aunque los críticos no recibieron de buena manera a la película, los fans vieron en ella una excelente adición para la saga de muertos vivientes, que por entonces ya contaba con varias películas.
En un principio se supone que la plaga de los zombis es ocasionada por una nave espacial o un satélite que regresó de una misión a Venus, pero de película en película esto varía. En algunos casos es a causa de una bomba nuclear, practicas vudú o porque ha llegado el Juicio Final. Para tal efecto, en muchas películas esto se desconoce. Con el paso del tiempo, la plaga de los zombis deja de ser algo local (como en el caso de la primera película de Romero) para tener alcances bíblicos.
Lo que pocos conocen es el verdadero sentido de estos muertos vivientes. En un principio se habló de una metáfora. La película de George A. Romero resultó ser una fuerte denuncia contra el racismo, aunque él mismo se ha animado a desmentirlo. Posteriormente, he caído en la cuenta de que los muertos vivientes simbolizan el vacío de la sociedad moderna.
Recuerdo que en una las películas sobre muertos vivientes la protagonista miraba atónita cómo los cazadores que la salvaron iban acumulando los cuerpos de los zombis en grandes montañas. También se me viene a la cabeza el diálogo entre dos sobrevivientes de “La tierra de los muertos vivientes” cuando explican que los zombis continúan realizando sistemáticamente las acciones que hacían cuando estaban vivos. Es como su los zombis añoraran la luz de la vida, concluyo.
A pesar de que se alimentan de los vivos y de sus sesos (“¡Seeeesos! ¡Seeeesos!”, solían decir), los verdaderos enemigos de los protagonistas no eran los muertos vivientes sino ellos mismos. En la mayoría de películas al respecto, los protagonistas compiten con sus antagónicos por el poder o por la forma de supervivencia, ya sea porque se llevan mal o porque codician algo que el otro tiene. Los muertos vivientes son sólo entonces el difícil panorama en el que se tienen que desenvolver.
En este punto me pregunto si es que realmente existe mucha diferencia entre los muertos vivientes y yo, tú o cualquiera de nosotros, y esto va más allá de seguir una rutina específica cada día, semana tras semana, mes tras mes. De alguna manera estoy convencido de que el mundo, tal como lo conocemos, ha terminado. En su lugar, vivimos encerrados tratando de convencernos de que allá afuera todo sigue igual. Pero no: yo estoy muerto, tú estás muerto y ellos también están muertos.
Pedro Casusol
“La noche de los muertos vivientes” es quizás una de mis películas favoritas. No recuerdo otra película que me haya provocado aquella ambivalencia de emociones: por un lado me moría de ganas de verla y por otro le tenía pánico a los muertos vivientes. Recuerdo una tarde no muy lejana, cuando confundí a una turba iracunda de huelguistas con una horda de zombis.
Según wikipedia, las películas de zombis son un subgénero del cine de terror, muy a menudo relacionado con la serie B o de baja calidad, surgido en los años treinta como reflejo del folclore y las leyendas haitianas asociadas a la magia negra o al vudú. Lo cierto es que George A. Romero marcó la pauta de lo que serían las películas sobre muertos vivientes durante la segunda mitad del siglo pasado
La trama podría parecer que peca de sencilla. Johnnie y su hermana Barbara van a visitar la tumba de uno de sus padres, ubicada a unos 200 kilómetros de la ciudad. Johnnie entonces es atacado en el cementerio por un hombre pálido y con ojeras. Barbara huye y se refugia en una casa. Ahí encuentra a Ben, quien le explica que la personalidad violenta de los seres es provocada por un extraño fenómeno que actúa sobre los muertos.
El éxito de “La noche de los muertos vivientes” provocó que Romero se convierta en un director de culto. Lógicamente, la versión que yo vi fue el remake dirigido por Tom Savini estrenado en 1990 y, aunque los críticos no recibieron de buena manera a la película, los fans vieron en ella una excelente adición para la saga de muertos vivientes, que por entonces ya contaba con varias películas.
En un principio se supone que la plaga de los zombis es ocasionada por una nave espacial o un satélite que regresó de una misión a Venus, pero de película en película esto varía. En algunos casos es a causa de una bomba nuclear, practicas vudú o porque ha llegado el Juicio Final. Para tal efecto, en muchas películas esto se desconoce. Con el paso del tiempo, la plaga de los zombis deja de ser algo local (como en el caso de la primera película de Romero) para tener alcances bíblicos.
Lo que pocos conocen es el verdadero sentido de estos muertos vivientes. En un principio se habló de una metáfora. La película de George A. Romero resultó ser una fuerte denuncia contra el racismo, aunque él mismo se ha animado a desmentirlo. Posteriormente, he caído en la cuenta de que los muertos vivientes simbolizan el vacío de la sociedad moderna.
Recuerdo que en una las películas sobre muertos vivientes la protagonista miraba atónita cómo los cazadores que la salvaron iban acumulando los cuerpos de los zombis en grandes montañas. También se me viene a la cabeza el diálogo entre dos sobrevivientes de “La tierra de los muertos vivientes” cuando explican que los zombis continúan realizando sistemáticamente las acciones que hacían cuando estaban vivos. Es como su los zombis añoraran la luz de la vida, concluyo.
A pesar de que se alimentan de los vivos y de sus sesos (“¡Seeeesos! ¡Seeeesos!”, solían decir), los verdaderos enemigos de los protagonistas no eran los muertos vivientes sino ellos mismos. En la mayoría de películas al respecto, los protagonistas compiten con sus antagónicos por el poder o por la forma de supervivencia, ya sea porque se llevan mal o porque codician algo que el otro tiene. Los muertos vivientes son sólo entonces el difícil panorama en el que se tienen que desenvolver.
En este punto me pregunto si es que realmente existe mucha diferencia entre los muertos vivientes y yo, tú o cualquiera de nosotros, y esto va más allá de seguir una rutina específica cada día, semana tras semana, mes tras mes. De alguna manera estoy convencido de que el mundo, tal como lo conocemos, ha terminado. En su lugar, vivimos encerrados tratando de convencernos de que allá afuera todo sigue igual. Pero no: yo estoy muerto, tú estás muerto y ellos también están muertos.
Pedro Casusol
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